Bueno, pues hay que hacer de todo para saber cuanto más mejor. Y esa premisa lleva a diseños como éste que, no por poco útiles, dejan de tener su cosa...
Gracias a un rudimentario mecanismo, alguien nos saluda y, quizá, nos sorprenda preguntándonos qué demonios sería esa media naranja...
Montarlo ya tiene mérito, pero con sus cinco centímetros de diámetro queda claro, una vez más, que el robotear no ocupa lugar.