Así nace todo al fin, toma forma, se palpa.
Como lo prometido es deuda, aquí os dejo unas fotos del aparador de cerezo en el taller, cuando aún le faltaba la piel de laca de poliuretano:
a falta sólo de tiradores |
detalle de aperturas |
Para mí, el mero hecho de ver un mueble, un objeto cualquiera en crudo, simplemente en la madera lijada y lista para su fase final, siempre me ha producido una especial sensación...
Seguro se debe a mis tiempos de crío en los que no podía sacarla nariz de una carpintería cuando me asomaba a ver qué demonios hacía esa gente, tan seria y con ese lápiz siempre en la oreja. Recuerdo una ocasión en la que estaban haciendo sillería de estilo, con sus curvas y sus espigas y su polvo eterno de taller:
Yo pensaba que eran como dioses, manejando y moldendo aquello a su antojo, que eran especiales por ese trabajo...
Y tiempo después me sorprendí a mí mismo en similar tesitura, con media docena de sillas a mi alrededor, recordando esos días y seguro de que, en absoluto, éramos dioses. Sólo, como me dijo una vez un maestro mostrándome un montón de tablas apiladas y, unos metros más allá, una mesa con tablero de ajedrez todo marquetería manual y molduras exquisitas, esto era "la mano del hombre".
Colocado al fin en la casa del cliente, que ya era hora, como una de las joyas de la corona:
aparador en madera de cerezo, color natural |
A este aparador, que lo es aunqne perfectamente podía ser una hermosa cómoda, siempre le he tenido cariño quizá simplemente porque salió bien 8). Lo hice para un amigo especial que ya no está, Carlos Javier Navas, el Chipi, así que eso lo hace aún más querido para mí.
Sólo añadir que es bastante más complejo de fabricar de lo que, en principio, pudiera parecer.
Este cubrerradiador se hizo al tiempo y a juego con el aparador, como se puede apreciar en el puente grueso que lleva. Robusto como pocos:
cubrerradiador |
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